¿Por qué sentimos más el frío que el calor?

En nuestro centro entendemos cómo el entorno y las sensaciones pueden influir en tu bienestar. Hoy te traemos un tema interesante que nos afecta a todos, especialmente en esos días fríos donde parece imposible entrar en calor.
La sensación de frío suele percibirse como más intensa que la de calor, y esto tiene una explicación científica fascinante. Aquí te contamos por qué sucede:
1. Nuestros sensores de temperatura en la piel
La piel, nuestro órgano más grande, cuenta con termorreceptores que detectan los cambios de temperatura:
Receptores para el frío: Son más numerosos, lo que significa que nuestro cuerpo es más sensible al frío.
Receptores para el calor: Aunque existen, son menos abundantes, haciendo que el calor tarde más en ser percibido.
2. Pérdida de calor corporal
El frío se siente más intenso porque implica una pérdida de calor corporal hacia el entorno:
El cuerpo tiende a mantener una temperatura interna constante (alrededor de 37 °C). Cuando el ambiente está frío, el cuerpo pierde calor rápidamente, lo que activa mecanismos para conservarlo (como escalofríos y vasoconstricción), generando una sensación más marcada.
En cambio, con el calor, aunque el cuerpo también reacciona (sudando para enfriarse), la percepción de incomodidad no es tan inmediata como el frío.

3. Respuesta del sistema nervioso
El frío activa una "alerta" en nuestro sistema nervioso, ya que puede ser más peligroso para la supervivencia. La hipotermia, por ejemplo, puede ocurrir en pocas horas, mientras que la hipertermia, que está producida por un sobrecalentamiento extremo, suele desarrollarse más lentamente.
4. Factores psicológicos
La percepción del frío suele asociarse con mayor incomodidad, especialmente en situaciones donde no podemos calentarnos de inmediato. Esto intensifica la sensación, mientras que en el calor, solemos asociarlo con situaciones más controlables (sombra, ventilador, etc.).
5. La física del frío
El frío se siente más intenso porque los objetos fríos (como el metal o el hielo) absorben el calor de nuestro cuerpo rápidamente. Esto explica por qué tocar algo frío se percibe más extremo que tocar algo caliente a una temperatura similar.
Nuestro cuerpo está diseñado para detectar el frío con mayor sensibilidad, y esto responde a razones biológicas y de supervivencia. Además, el frío implica una pérdida directa de energía, lo que lo hace más intenso.